Ricardo Bogrand
Nació en San Pedro
Arenales, San Miguel, el 21 de noviembre de 1930. Realizó estudios de
Antropología en la Universidad Autónoma de México, donde ejerce. Se inició como
poeta de la “Generación Comprometida”. Sus principales obras son: Perfil de la
raíz, México, 1956; Poema de amor a San Miguel (1956-1957), Las manos en la
calle (1964); La espuma nace sola, San Salvador, 1969; Alianza de mis manos
(1970); Poemas en homenaje a Claudia Lars (1972); Indígenas Tarascos del Lago de
Pátzcuaro, 1972; Figuras en la arena , Editorial, Unidad Iztapalapa,
Universidad Autónoma Metropolitana, 1988; La sangre desterrada, Instituto
Mexicano de Cultura, 2002; Vía muerta, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, Editorial:
Gobierno del Estado, Instituto Chiapaneco de Cultura, Serie: Centroamericana,
1993. Sus poemas han sido recogidos en antologías en El Salvador, Centro y Sur
América, así como también han sido traducidos al ruso.
Poema: Por El Amor Vivido
Por el amor vivido
Vosotros estaréis aquí esperando mi muerte
Y yo os diré:
Recoged esta voz,
Lanzadla a cualquier sitio,
Escondedla en el último rincón,
Yo estaré libre nutriéndome de nuevo.
Quiero escribir para los dos días últimos,
Para cuando se empiece a formar dentro de mi
piel
La fuente mineral de mi terrestre
Deformada materia.
Quiero escribir para los dos días en que la
lengua
Se atará lentamente en el grito
Y las palabras, antes tan difícilmente
pronunciadas
Frente a la primavera,
Serán un eco turbio
En el cercano otoño de mis pasos.
Vosotros estaréis aquí esperando mi derrumbe
De pobre arena abatida.
Y yo seré quien venga a decirme adiós
Definitivamente a mi mismo.
Había vivido en una diaria pregunta
Cuando perdí el derecho que traía
De establecer mi vida,
De construirla sobre la esperanza,
De recorrer las manos sobre las gastadas
superficies,
De elevarme ante todo,
De esperarme en silencio mi llegada,
De estar en el instante en el sitio preciso
Pero sonó la hora de todas las respuestas
Y, yo tengo la mía:
Amo, es verdad, la vida,
La amo en una forma cotidiana,
Extendida, visible.
Y es porque amo sin preguntar ya nada
Que me duele el amor
Que va conmigo.
Es un destruirse siempre,
Un encenderse
Para apagarse siempre,
Para encontrarse siempre en lo que se ama.
No.
No es ningún egoísmo,
Es no saber de fijo si ya ha muerto todo
Y lo único que queda es sólo amor
Por el amor vivido.
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